En octubre de 1705 el organista de la iglesia de San Bonifacio, en Arnstadt, solicitó al consistorio un permiso para ausentarse durante cuatro semanas. El músico respondía al nombre de Johann Sebastian Bach y solo tenía veinte años. Quería acudir a Lübeck para escuchar los célebres Conciertos de tarde (Abendmusiken) que Buxtehude solía estrenar allí, en la iglesia de Santa María, durante los cinco domingos previos a la Navidad. Aquel cargo de organista era su primer empleo decente y el consistorio debía estar satisfecho de su servicio porque le concedió el permiso, a pesar de que era evidente que el viaje de ida y vuelta difícilmente se podría completar en el plazo acordado. Arnstadt es una ciudad de Turingia, en el centro de Alemania, y Lübeck se asoma al mar Báltico: la distancia entre ambos ronda los 400 kilómetros. Tenemos noticia de este viaje únicamente a través del Obituario (1754) que, tras la muerte de Bach, escribieron su hijo Carl Philipp Emanuel y Joseph Friedrich Agricola, un antiguo alumno del Cantor. Allí se dice que el joven viajó hasta Lübeck «caminando a pie», aunque Gardiner pone en duda el dato y Christoph Wolff no se detiene demasiado en ello. Lo cierto es que Bach salió de Arnstadt a comienzos de noviembre y que permaneció en Lübeck hasta entrado el año 1706. No sabemos qué hizo allí aparte de escuchar aquellas piezas de Buxtehude y, probablemente, ofrecer sus servicios como músico. Es posible que deseara emplearse como ayudante del ya anciano compositor, pero, al parecer, éste impuso al joven la condición de casarse con su hija. Bach no aceptó el trato y emprendió el camino de vuelta. No alcanzó Arnstadt hasta los primeros días de febrero de 1706, todavía en pleno invierno. Las autoridades estaban algo más que molestas por aquella ausencia de tres meses, así que el joven fue citado a un interrogatorio del cual se levantó acta.